La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Tenía manos, pero no tenía a quién tocar. Tenía boca, pero no tenía con quién hablar. La vida era una, y siendo una era ninguna. Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al medio, y la vida fue dos. Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también.
miércoles, 26 de enero de 2011
Foto
Reviso el papel para recordar algún gesto, para redescubrir en tu mirada algún secreto escondido. Y así conservarte, inmortal y leal. Desafiando al tiempo y al miedo de saberte muy lejos, buscando respuestas que no volverán a rozar tus labios. Transitando el difícil camino. Aceptando, comprendiendo, que el día que el sol no me abrace y las horas no sean la medida de mi tiempo, cuando dejen de asombrarme las luces de los autos por la ancha avenida y el fugaz andar de los transeúntes, y cuando un beso no me encuentre en una esquina, tal vez sea porque llegó el momento de fundirnos en un abrazo silencioso, de aquellos que llenaban mi alma, y juntaban las piezas de mi corazón.
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